miércoles, 19 de abril de 2017




Revancha


Susana esperaba, hacía veinticinco pacientes años que esperaba este momento.
Leyó la participación del aviso fúnebre, tomó nota del horario del entierro, sacó de una vieja valija el vestido lila con el cual lo había conquistado, lo acondicionó, lo dejó extendido sobre una silla; había llegado el momento de usarlo.
A la mañana siguiente, con bastante dificultad se enfundó la prenda ceñida con desparpajo a ese cuerpo que ostentaba unos cuantos kilos de más. No se amilanó, calzó los tacones y partió rumbo al cementerio.
Veinticinco años desde aquel nefasto día en que él le escupió a la cara que no la quería, que en realidad, nunca la había amado, que se había casado por la imprudencia de dejarla embarazada y que recién ahora, había encontrado el vedadero amor.
Veinticinco años…
La fosa ya estaba abierta esperando al huésped. Cercana a la misma un panteón ampuloso daba sombra al lugar y proyectaba la silueta de un ángel abrazado a una mujer esculpidos en la cúpula.
Junto a la reja del mismo se apretujó Susana, desde allí podría observar la ceremonia con detalles; a la vez, pasaría desapercibida.
El coro de llantos, anunció que el cortejo se acercaba.
Los amigos íntimos, aquellos compañeros de juergas que contribuían a apartarlo de la vida conyugal, portaban el ataúd. A su lado, toda de negro, desparramando desconsuelo, su viuda, la mujer que se lo había arrebatado definitivamente.
Tras la ceremonia de rigor, el cajón fue arriado, se tapó la fosa y una lluvia de flores regó el sepulcro.
Uno a uno, tras dar las condolencias, se fueron retirando.
En el adiós final, sólo quedó la viuda quien al levantar la vista, la vio, parapetada en la escalinata del panteón vecino.
Las miradas de desconsuelo y odio se cruzaron en la postrera despedida pero un estruendo rompió esa conjunción: el ángel con la mujer abrazada cayeron de bruces sobre la tumba acompañados de un turista imprudente que había estado fotografiando el entierro desde las alturas.
Mientras pasos se acercaban para auxiliar al infortunado, Susana giró sobre sus talones y se marchó con una sonrisa dibujada en su rostro.
La paz todavía no había llegado al sepulcro.

  comentarios

  1. 1. Alberto C. dice:
    Hola Galia,
    Me ha gustado un montón tu relato, de verdad. Es crudo y, e incluso, algo duro; porque tiene un toque de realismo. Lo que más me ha gustado, sin lugar a dudas, ha sido el personaje de Susana. “La venganza se sirve en un plato frío”. Y vaya que si frío… ¡25 años!
    La única pega que le pongo es que se me ha hecho corto. Sí, es verdad; me hubiera gustado disfrutar un poco más de esta Susana y de su sed de sangre -por decirlo así-. Quería algo más de satisfacción.
    Me encantan los adjetivos y verbos que utilizas, como “escupió”. Todo un puntazo.
    Nada más que decirte. Maravilloso tu relato pero eso sí, corto.
    Estoy en el 215, ¡Nos vemos!
    Alberto C.
    Escrito el 17 abril 2017 a las 16:17
  2. 2. Thomas Carnacki dice:
    Hilarante. Me ha no gustado el final, aunque no hubiese sido mala idea llevar un poco más allá esa tan esperada “revancha”. Felicitaciones por tu relato, sigue así 😉 Saludos
    Escrito el 17 abril 2017 a las 19:55
  3. 3. Dante Tenet dice:
    Hola.
    Tu relato es de buena lectura y la idea del desenlace es muy buena.
    Me quede con ganas de mas detalles.
    Quizas de para un relato de mas de 750 palabras
    Nos estamos leyendo
    Estoy en el 236
    Escrito el 17 abril 2017 a las 22:03
  4. 4. Cecilia dice:
    Hola Clara!!! sonrisas en el rostro cuando la paz aun no ha llegado es de mala, de villana!!!! que buen personaje y merecido lo tiene el difundo por abandonarla. Besos Ceci
    Escrito el 18 abril 2017 a las 03:07
  5. 5. Jesús Almibre dice:
    Un sentimiento de dulce venganza que exteriorizan esas sonrisas en el rostro cuando aún no ha llegado la paz…bastante clara la idea de revancha. Como escribió Alberto, se trata de un relato crudo, bien hilvanado y entretenido.
    Saludos
    Escrito el 18 abril 2017 a las 19:10
  6. 6. Carmen Ramacciotti dice:
    Hola Clara. Me gustó mucho el relato. Verdaderamente Susana era mala malísima!!!! La revancha estuvo buena. Siéntate a la puerta de tu casa y verás pasar el cadáver de tu enemigo.
    Felicitaciones!
    Escrito el 18 abril 2017 a las 23:53

    7. CARMELILLA dice:
    Hola Galia:
    trabajo breve, pero contundente.
    Bien escrito y buen uso del lenguaje.
    Sin adornos innecesarios, va al grano, buen ritmo y buena trama, aunque no creo que fuera una venganza de Susana, no fue ella la que causó el “oportuno accidente”, aunque sí fue ella la que se lleno de placer al verlo.
    ¡Bien hecho! ¡Buen trabajo! Seguimos leyéndonos.
    Saluditos
    Escrito el 22 abril 2017 a las 19:04

lunes, 3 de abril de 2017

Memorias de un campo de batalla

A manera de homenaje: abril de 2017

-Me pregunto dónde estoy. No es mi dormitorio, no, si no veo colgado el afiche de mi club de fútbol. Ahora me recuerdo, sí, estoy herido en un hospital.
Yo no quería ir a la guerra, pero no me preguntaron; cómo iba a querer pelear si con dieciocho años sólo pensaba en hacer el amor y jugar al fútbol. Era tan lindo patear la pelota en ese potrero embarrado, quería ser como Messi, “¡ay Dios!, ya no siento las piernas”, patear la pelota con fuerza y dar de lleno en el arco, y la ovación de la gente haciendo la ola, “¡ay, ay, ay...!, y estos cables que me tienen prisionero”, y Messi, que me consideraba su discípulo. “Ahora tengo una punzada fuerte en el pecho y me laten las sienes y me quiero parar pero no siento mis piernas”, lindas piernas, sí, entrenadas para patear el fútbol, “¡ay!, no sé por qué tengo tanto frío si mi frente está hirviendo”, y hasta podría ir a jugar al Barce, si Messi es mi padrino, debería haberme escapado de ese camión que me trasladaba al aeropuerto y el sargento que me gritaba:- Vamos negro, subí, no me hagas perder la paciencia-; me entusiasmaba subir al avión que me trasladaría a Malvinas, yo nunca había volado y quería saber qué se sentía. Después volaría a Barcelona. Esta sería una prueba de fuego pero el fuego fue más que una prueba, si me dispararon cuando intentaba robar esa barrita de chocolate para acallar mis tripas, ¡tenía tanta hambre!, mis ojos eran sólo para el chocolate y no los vi llegar y cuando los tuve encima ya era muy tarde. Me di cuenta de que estaba herido cuando vi mucha sangre sobre la nieve y ya no pude pararme, ni siquiera entendía lo que me decían, si me hablaban en un idioma que desconozco y después se puso todo negro y sólo sé que me desperté en esta cama y “¡ay!, me duele todo y no me dicen cuánto tiempo estaré aquí” y Messi que se estará poniendo impaciente porque no llego pero le devolveré con muchos goles el tiempo de espera, de eso puede estar tranquilo “y ahora el cosquilleo y esa luz que se va apagando y me cuesta ver y las piernas, ¡ay, ay, ay!, que me estalla la cabe....-”